Escribo este posteo apenas 48 horas después de haber dado mi último final. La verdad, todavía no termino de entender bien la situación. Tantas horas de estudio, tantos trabajos prácticos, parciales, entregas, finales, etc… Todo fue en pos de este momento.

¿Qué se siente? Alegría (por supuesto), satisfacción de haber conseguido nuestro objetivo, orgullo (¿cómo no?). Pero también se siente nostalgia y se tienen las emociones a flor de piel. Miro hacia atrás y veo el camino recorrido, los amigos que hice, cada materia que aprobé y no puedo evitar la lágrima. Creo que uno consigue algo más que un título cuando termina una carrera. Si pienso en cómo era el primer día que pisé Puan como alumna del CBC y en cómo soy ahora, veo que no sólo tengo 7 años más, sino también miles y miles de experiencias encima. No es por hacerme la sabia pero quieras o no la facultad te hace pasar por muchos momentos que nos dejan más que enseñanzas académicas. Te hace festejar cuando te va bien, llorar de frustración cuando no lográs tus objetivos, dudar de si realmente te gusta lo que hacés, apasionarte por eso que estás haciendo, aprender a compartir apuntes, resúmenes, trabajos, mates y horas de estudio (una carrera no se hace sólo); pelear por lo que considerás justo, vivir con menos horas de sueño y hacer cosas que nunca pensaste que te animarías a hacer.

Ser universitario es todo eso y más. Creo poder decir que la facultad es una de las mejores etapas de la vida. O por lo menos de la mía. O por lo menos hasta donde viví.

Por eso mi consejo es: disfrutá la carrera. Disfrutala plenamente porque cuando te quieras dar cuenta, llega el último final. El final del juego.