Nunca me gustaron las etiquetas. Esa absurda tendencia a “clasificar” todo lo existente en diferentes grupos siempre me generó rechazo, ¿por qué debería cerrarme en una cosa pudiendo ser todas?, ¿por qué tendría la necesidad de encasillarme en algo?
Esto claramente fue un problema a la hora de elegir qué carrera universitaria iba a seguir, porque ese pensamiento siempre estuvo presente a flor de piel. Sentía que el hecho de elegir sólo una carrera entre todas las existentes, era hacer justamente eso que tanto repudiaba: encasillarme. Y sí, esto significaba un problema porque si había algo que en serio quería hacer era estudiar, siempre lo tuve claro; mi meta principal era seguir formándome, pero la complicación era que en todas las opciones encontraba algo interesante.
En este caso, los consejos no eran una buena opción, ya que casi por inercia todas las personas a las que le pedía ayuda contestaban “hacé lo que más te guste” o “buscá algo que te deje plata” y lo único que generaban en mí eran ganas de gritar. De esta manera, lo único que me quedaba por hacer era ocuparme, investigar. Así, entre idas y vueltas e infinitos cuestionamientos, me di cuenta de que lo que en serio me gustaba hacer era enseñar.
Caí en la cuenta de que siempre tuve facilidad para explicar; traducir a un lenguaje más sencillo algún contenido complicado era para mí algo de casi todos los días ya que siempre tuve tendencia a explicarle a mis compañeros los temas que no comprendían. En definitiva, era lo que quería hacer. Sentí una especie de coro de ángeles cantando dentro mío: enseñar.
¿Cómo no me di cuenta antes? Ya estaba saltando en una pata cuando de repente ¡PUM!, el globo se pinchó. Estaba todo muy lindo con el temita de enseñar, pero eso sólo achicaba las opciones, no resolvía el problema principal del encasillamiento. Ahora tenía que elegir si ser maestra o profesora y, por consiguiente, de qué materia. Claramente no quería pasar cuatro años (o más) de mi vida perfeccionándome en el campo de alguna materia específica, porque todas me gustaban. Yo quería más, entonces volví a investigar y, con la ayuda de una profesora, llegué a la solución de todos mis males (bueno, casi) cuando descubrí la existencia de la licenciatura en Ciencias de la Educación. Leí el plan de estudios y me enamoré por completo de los contenidos, pero me convencí totalmente cuando leí el campo ocupacional que abarcaba la carrera. Si bien luego de completar el ciclo de formación general tendría que elegir una entre cinco especializaciones, cada una de ellas ofrecía un vasto abanico de posibilidades laborales, todas afines al tema central.
El coro de ángeles volvió a cantar, el globo se infló otra vez y, cuando me quise dar cuenta, ya estaba saltando en una pata. No más presión para mí.
Hoy la tranquilidad que me transmite saber que estoy estudiando algo que me da la libertad de hacer lo que más me gusta de tantas maneras diferentes, me hace sentir cada vez más segura de mi elección. No importa si el día de mañana estoy en las aulas como profesora, haciendo programas de acción educativa o, quizás, investigaciones en técnicas pedagógicas, porque todas están referidas al campo de la enseñanza y me permiten participar en él desde diferentes perspectivas.
Desde mi punto de vista, encontrar algo que te deja expresarte en tu máximo potencial no tiene precio, y vale la pena la búsqueda. Cada duda, cada inseguridad y toda esa incertidumbre que nos invade a la hora de elegir a qué nos queremos dedicar en un futuro, valen la pena, porque significa que estamos cada vez más cerca de encontrar el camino. Así que, ¡a no bajar los brazos! La carrera que buscás está escondida, sólo tenés que encontrarla.
4 noviembre, 2015 a las 16:19
Coincido totalmente, cuando uno encuentra lo que le gusta, uno se siente libre porque ese elección SOS vos, estás a gusto y forma parte de uno, y ahí uno puede elegir los mil caminos que se presenten, siempre en crecimiento.
Me pasó con Medicina y acá estoy, rumbo a 2do, absolutamente feliz.
4 noviembre, 2015 a las 17:13
Me encantó esta nota. Justamente yo estoy pasando por lo contrario, dado que la carrera que siempre soñé es cara y no tiene buena salida laboral, estoy atrapada en una carrera con futuro pero que no me convence. Y cursando tercer año. Admiro a quienes buscan y se cansan de investigar para llegar a hacer lo que les gusta como trabajo. Los mejores de los éxitos para vos!
11 noviembre, 2015 a las 13:35
Me siento identificada con todo lo que escribiste, siempre quise enseñar pero no quería elegir una asignatura en particular. Comencé asiéndolo en el colegio, explicándoles a mis compañeras, con mi hermana menor, e involucrándome en actividades donde tenia que transmitir algo (actividades, reflexiones) sobre todo en un proyecto de voluntariado donde participo. Soy estudiante de Psicopedagogía, estaba entre mis opciones Ciencias de la Educación pero opte por lo que hoy en día disfruto y agradezco estar estudiando. Saludos Martina!
14 noviembre, 2015 a las 01:14
Leer estas notas por un lado me provocan admiración y por otro me matan un poquito, porque a mi me pasa todo lo contrario. Empece una carrera por descarte (como les pasa a muchos) y la seguí, pero cada vez me convenzo mas de que no me gusta la carrera, y hasta por momentos la odio. Me queda un año y medio para terminarla, quizás dos, pero siempre estoy pensando en comenzar otra que me guste mas, y creo que finalmente lo voy a hacer el año siguiente. Lo malo es que ya tengo 22 años y odio pensar en el tiempo que perdí y la edad que voy a tener cuando me reciba en la carrera que elija. Se que vale la pena, pero bueno, es imposible no golpearse un poco con todo esto. Arriba.
6 noviembre, 2016 a las 03:20
Sos chico todavía! No lo veas como que perdiste tiempo, sino como experiencia algo que te va a servir mucho para encarar una nueva carrera.
23 abril, 2019 a las 23:47
Jajaja. Tengo 37 años y empecé una carrera en la UBA, o sea. 22 años sos un infante.
24 enero, 2016 a las 10:18
Solo un consejito: hagan idiomas en centros de validez, no estudien esa “broma” de lectocomprensión de idiomas que no sirve para aprender una lengua (con todo lo que ésta implica), salvo para aprender metodología, claro. Es un curro que no ayuda a entender una lengua y su cultura como sudarla como debe ser.
Saludos!
13 abril, 2016 a las 00:40
Cada duda, cada inseguridad y toda esa incertidumbre que nos invade a la hora de elegir a qué nos queremos dedicar en un futuro, valen la pena, porque significa que estamos cada vez más cerca de encontrar el camino.. la verdad la encontre tardisimo, seria ideal abrir la caja de pandora y encontrar personas q sepan guiar, para acortar el camino.. buscarlo x mi misma se hizo cuesta arriba con muchisimos palos en el camino pero aca estoy otra vez iniciandome , y espero poder terminar, esta carrera q tenia en mi interior de enseñar..