Hoy Facebook me recuerda una foto que compartí hace 4 años, de mi primer trabajo… Y no sólo me saca una sonrisa, sino que también me hace pensar en todo lo que ese trabajo me enseñó, a nivel laboral y personal, que no habría aprendido si no me hubiera animado a dar clases.
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En 2007, mientras cursaba mi primer año de Administración de Empresas, me ofrecieron mi primer trabajo: “maestra de inglés para salas de 3, 4 y 5 años”. El sueldo no era mucho y el trabajo era un montón, pero después de pensarlo unos días y charlarlo en casa, acepté y empecé a prepararme: fui a visitar a mis futuros alumnitos en sus clases de inglés para que la profe me presentara, me reuní con la coordinadora y la profe para ver las planificaciones y preparar los materiales que necesitaba, y me senté durante una semana entera (estaba en vacaciones de la facu) a armar trabajitos y a buscar y aprender canciones.
¿Los pro? Iba a trabajar pocas horas (aunque en casa trabajaba un montón) y podía cargar saldo para viajar y para el celu (sumado a la mensualidad que me daba mi abuela, era prácticamente rica… ponele).
¿Los contra? Era mucho trabajo fuera del cole, y el sueldo me alcanzaba sólo para bancarme los viajes en subte o bondi. (Cosa que con el tiempo, claro, mejoró y pude darme gustitos también.)
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Pasó el tiempo, me preparé más y me fui enganchando con el trabajo. Mis compañeras eran muy copadas (muchas me conocían desde chiquita, porque fui a ese jardín), dar clases era divertido y me aprendí todos los nombres de mis alumnos (y teniendo 90 es un gran logro… salvo por los trillis que nunca distinguí, y que sigo sin distinguir cuando los cruzo por el barrio).
Entre fotocopias, libros, cartulinas y plasticolas de colores, jugando en ronda y trabajando en mesitas chiquitas, pasaron 5 años en los que aprendí mucho, tanto en lo laboral como en lo personal.
En lo laboral aprendí a dar clases; a incentivar la creatividad; a resolver problemas con pocos recursos; a crear juegos o carteleras con una tijera, plasticola y afiches; a compartir ideas; a pedir ayuda o consejos a mis compañeras; a reciclar o reutilizar cajas y carpetas; a organizar materiales… y a divertirme y jugar trabajando. (Ni hablar de que siempre fui fan de las cartucheras gigantes llenas de biromes de colores y resaltadores… por 5 años tuve la excusa perfecta para arrasar en las librerías).
Seguro quedan mil tareas afuera de mi lista, pero aunque la mayoría parezcan absurdas o sin sentido para otros trabajos, con el tiempo me di cuenta lo importante que fue haber hecho todas esas cosas. Unos meses antes de dar mi último final empecé a trabajar en una consultora, y nunca pensé que iba a poner en práctica tanto de lo que aprendí en el jardín: reorganizar los materiales e insumos de la oficina (usando cajitas y envases plásticos para ordenar cajones y estantes), recuperar carpetas “viejitas” para volver a utilizarlas, archivar papeles separándolos con hojas de colores, improvisar solapas con banderitas post-it para separar secciones de un bibliorato, etiquetar cajones y cajas para saber qué se guarda en cada uno…
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En lo personal creo que lo más importante que aprendí fue a relacionarme con los peques. Soy hija única y de familia chiquita, así que nada de hermanos o primos corriendo por todos lados. Por eso cuando me dijeron de dar clases a chicos de jardín no sabía cómo iba a hacer, o cómo me iba a llevar con ellos.
Las dudas, por suerte, duraron poco tiempo… las risas, los juegos, las canciones y los “seño te quiero” me compraron rápido. Además me convertí en súper heroína cuando fui al cole con unos guantes parecidos a los de un personaje de 100% lucha y cuando usé un saco largo que giraba y parecía una capa; y fui parte de la realeza cuando, en el desfile de primavera, me pusieron una corona de goma eva.
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Puede que por algunos años, incluso trabajando de ‘teacher’, pensara que hacerlo no me estaba sumando nada… pero hoy veo que sí, que la experiencia fue linda y valió la pena.
¿La moraleja o consejo de la historia? Si tenés la posibilidad de hacer algo que no tiene que ver con tu rama de estudio, ¡hacelo! Al principio puede parecerte en vano, pero te aseguro que vas a descubrir mucho de vos como persona y como profesional, y más adelante los recuerdos te van a traer siempre una sonrisa.
21 mayo, 2016 a las 20:35
Muy inda historia! Toda experiencia deja una enseñanza y que lindo cuando esa enseñanza es del corazón! 😉
24 mayo, 2016 a las 13:11
Hola Gustavo!!
Es verdad… las enseñanzas del corazón son las más lindas =)
30 mayo, 2016 a las 22:30
Qué lindo Belu, me hiciste emocionar! Sos una gran persona, te deseo que se te cumplan tus sueños! Te quiero mucho!!!
31 mayo, 2016 a las 12:29
Vero, me alegra un montón que te haya gustado… siempre recuerdo mi paso por el jardín con una súper sonrisa! En especial cuando pienso del doble aprendizaje, como alumna cuando te tuve de seño y como compañera de trabajo después… gracias por siempre estar y ayudarme!!! Te quiero!
31 mayo, 2016 a las 23:03
Me gusto tu historia, me identifico mucho, estoy cursando el primer año de Administración de empresas y todo el año pasado trabaje de Teacher de niños de cuarto y quinto grado, aunque primero no me animaba porque nunca había tratado con niños, la experiencia me encantó, los chicos me compraron con sus dibujitos, y abrazos, y espero que lo aprendido en esas aulas me sirva en mi carrera.
1 junio, 2016 a las 15:18
Hola Melina!!
Te aseguro que aunque no lo creas, te debe haber dejado mil cosas que te van a servir… y el aprendizaje personal también es insuperable.
(Ni hablar de que te ven después de años y te recuerdan… no sabés lo que es cruzarte con alguien que te tuvo de seño a los 5 y que hoy tiene 14 y viene y te da un abrazo, in-cre-í-ble)
Besos y millones de éxitos en la carrera!
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25 julio, 2018 a las 03:26
Me encantó tu historia!!! Una pregunta: ¿cómo conseguiste trabajar de seño no siéndolo? Estoy estudiando y no consigo laburo.