Mientras recién terminaba mi primer año en Relaciones Laborales, veía cómo algunos de mis compañeros de secundaria se estaban recibiendo. Y no puedo decir que “me costó encontrar mi vocación” o “nunca supe qué era lo que me gustaba”. A los 18 empecé a estudiar para ser Profesora de Biología, convencida de que la educación es la base de toda la sociedad. El aula es para mí el mejor lugar para sentir todos los días que puedo cambiar el mundo. Pero, como suele suceder, el mundo del trabajo y el estudio no se llevaron bien, y no conseguí ningún trabajo que me permitiera continuar estudiando, teniendo en cuenta que debía realizar observaciones y prácticas. Mucho entenderán de esto quienes estudian Medicina, Enfermería, Kinesiología, etc…
Paseé por otras carreras buscando finalmente dar clases de lo que sea que me este recibiendo, hasta que llegué a Relaciones Laborales. Recuerdo el día de la elección casi como si fuera hoy: fue en el verano del 2015 cuando entré a la página de la universidad y busqué en el Departamento de Ciencias Sociales cualquier carrera que “no tenga nada de matemáticas” (sí, hoy esa frase también es el chiste de todos los profesores). Y así inicié mi último cambio de carrera. Fue una confesión, una promesa conmigo misma: en verdad tenía que ser mi último cambio de carrera.
El primer día de clases me repetí mentalmente “otra vez empezás de cero”, como un mantra. Creo que el recuerdo es tan fiel porque, con algunas modificaciones, hoy también lo repito.
En esta carrera conocí a los que hoy son “mis amigos de la facultad” y es tal el sentido de pertenencia que se genera que tengo muy en claro que ellos son en un gran porcentaje el por qué sigo acá, y por qué con este ritmo. Podría hacer menos materias por cuatrimestre, tomármelo “más light”, año sabático y retomar, mil opciones que evalué. Pero encontrar un buen grupo de estudio es fundamental, y un oasis.
Así me encuentro, cursando 3 materias en este cuatrimestre pero también cursando la famosa “crisis facultativa”. Supongo que generalmente se da en el tercer año, donde estoy, pero creo que mi crisis empezó cuando supe que quería ser profesora de secundaria y no pude, o no me animé, o me equivoqué en las decisiones que tomé. Así que si algún profesor entra al aula hoy y nos pide que nos presentemos y digamos por qué elegimos esta carrera mi respuesta sería: después de 3 años, no sé por qué llegué hasta acá.
Más de una vez di a mis amigas todos los consejos que yo nunca seguí, alentándolas a jugársela por lo que quieren hacer, a no seguir los mandatos parentales, a no pensar en la plata. Diciendo que el tiempo transcurrido hasta acá no es tiempo perdido, que fue necesario para abrir los ojos y el corazón. Madurar la idea, animarse, aceptarse.
Festejé y me puse feliz por ellas cuando patearon el tablero e iniciaron su nueva aventura. Me la creí, creí que me estaba pasando a mí. Creía que yo también me estaba dejando de mentir haciendo una carrera porque sí. Pero no.
1 junio, 2017 a las 17:54
Bienvenida a mi club 💪 estoy a un paso de recibirme de psicóloga y quiero ser maestra jardinera pero en mi casa no me dejaron xq ganan dos mangos, xq es mucho laburo, xq mi mama lo es y no le gusta 😫
8 noviembre, 2017 a las 18:52
Hola , no sé cómo llegué a la página pero me detuve a leer.. quisiera contestar a todas pero voy a contar sólo lo mío, terminé el secundario empecé el cbc para derecho, ni lo terminé no me gustaba y quedé embarazada, quise ser mamá primero,una vez nacida mi chiki empecé el profesorado de inglés a los 6 meses digo Ni loca!! Y seguí trabajando y con mi vida a los 24 retomé la idea ingresé a unlam en administración con puntajes altísimos ese mismo año me junté y a los dos años me embaracé nuevamente y dejé todo, luego estudié dos años para ser Cosmetóloga y el año que viene empiezo kinesio, todos esos tropiezos , caídas, idas y venidas de todo tipo, personal, familiar, laboral , me hicieron encontrar realmente mi Vida, mis pacientes que amo!!
A veces uno quisiera seguir los mandatos familiares, a veces uno quiere hacer todoo prolijo, pero No siempre es el Camino, no siempre es la ruta.
Tranquilas , Realmente cuando hay que dar vuelta la hoja ,hay que hacerlo. La Mente lo pide y luego el cuerpo lo acompaña.
Espero que cada Una busque su camino con amor y que sea para el mayor bien.
2 junio, 2017 a las 01:12
Estoy en el segundo año del profesorado de inglés y básicamente ni quiero ponerme a pensar en esto porque creo que sino dejo las 12 materias que metí al tacho de basura. Pero, por otro lado que mi mayor sostén ( un amigo del prof que se paso al traductorado) me golpeó feo y me llevó a pensar todo el verano mientras que el gestionaba su cambio y sus equivalencias por que llegue hasta donde estoy si de verdad tengo miedo de saber si seguir para delante o arrancar de cero, ni hablar de la presión de mis viejos, otro temita…
14 junio, 2017 a las 18:02
Yo comencé abogacía con el mismo criterio que vos “Nada que tenga que ver con los numeros”. Cursé durante casi cuatro años y cada cuatrimestre me costaba mucho aprobar las materias específicas de la carrera, y en cambio, aprobaba otras como inglés, computación, sociología, etc.
Básicamente fue una tortura, porque durante ese tiempo odié estar cursando algo que no me gustaba. Así que el año pasado decidí cambiar de carrera. Fue un gran paso, pero lo di y estoy feliz de haberlo hecho.
Pero aquí no termina la cosa.
No sé como harán ustedes, pero soy un desastre estudiando sola. No tengo problemas de comprensión, aprendo rápido y me gusta mucho hacerlo. Mi gran (GRAN) problema es cuando llego a casa y me siento ante los libros:
Mi fuerza de voluntad me abandona, me distraigo por cualquier cosa y no puedo quedarme sentada leyendo algo teórico por más de quince minutos.
Tengo mis metas claras y sé a donde quiero llegar, pero siento que mi mente no quiere acompañarme en el proceso.
Es agotador y es una lucha constante conmigo misma.
Me he replanteado mi vida un millón de veces, y he intentado cambiar mis métodos de estudios otro millón más, pero aún así me pesa.
A veces creo que el problema es que no soy lo suficientemente inteligente como para estar en la universidad, otras veces tengo éxito en un examen y mi ego se reconforta, sólo para ser golpeado otra vez.
Escribo sobre esto como una manera de desahogarme, mientras una pila de libros me espera y los parciales llaman a mi puerta. (Me están volviendo loca!)
Esto es algo que sólo me pasa a mí, o “debería ir cerrando el kioskito”?
9 abril, 2019 a las 03:43
Mañana arranco la carrera y siento todo lo que sentis vos. Siento que aprobé el curso de ingreso de casualidad y que en toda la secundaria nunca me sente a estudiar como se debe. La verdad es que tengo mucho miedo que me pasen por encima, siempre fui un pibe de promedio 6,7 y que aprobó increíblemente el curso de examen en la ultima materia necesitando un 9 para entrar de una y me lo saque. Eso me motivo , pero me costo muchismo. Tengo mucho miedo.
14 julio, 2017 a las 00:36
Tranquila a mucha gente nos pasa lo mismo, trata de cambiar de ambiente.
31 julio, 2017 a las 11:14
Bueno pensa que somos pocos los que tenemos la posibilidad de estudiar aunque parezca que a la universidad va todo el mundo, en realidad hay mas gente que se queda en la casa, trabaja o cría hijos. Por mas que no sea la carrera de tus sueños, algo bueno va a salir. Personalmente me considero una afortunada imaginense soy la única madre de todo mi curso, todos son mas jóvenes que yo, me visto como puedo, etc. Y sin embargo cuando vi en el colectivo con mi hija veo a todas esas madres que llevan los nenes a la escuela, y me pregunto Cuantas de estas podrían estudiar lo que yo estoy haciendo, qué harán ahora que se van a su casa? A veces me siento fuera de lugar en mi curso y después de haber probado varias carreras, pero no me pongo a pensar ni siquiera un minuto en qué habría pasado si me hubiese ido a estudiar lo que en verdad soñaba, porque mi presente es lo que elegí, lo que me tocó y no lo cambiaria por nada. No es conformismo sino aceptar que por algo estamos en esta carrera y hay que seguirla hasta el final, porque quizás no haya otra oportunidad de estudiar otra cosa.
20 agosto, 2017 a las 03:58
Te entiendo porque yo también fui impulsiva en mis cambios de carrera, incluso eligiendo mi primer carrera. Me cambié en un principio a una carrera que nada tenía que ver conmigo, estaba con una sensación de querer reinventarme. Si puedo dar un consejo, reinventarse, en mi caso, no sirvió. Descubrí en ese lapso que no quería (ni quiero) cambiar, y que extrañaba detalles, y me aferré a ellos. Me desesperé, estaba más perdida, incluso lloraba y estaba de mal humor constantemente. Con ayuda de mi familia encontré una forma de salir de esa encrucijada de no saber qué hacer, aprendí que las elecciones se hacen con la mente y con la experiencia, pensando en lo que verdaderamente me importa. Aprendí a tomar las decisiones desde mi lugar, son mi responsabilidad. Lo que quiero, lo que en serio quiero, está en las cosas que disfruto con el alma. Todo está ahí. Y aunque el destino ya está escrito, se hace camino al andar (la experiencia enseña a vivir). Pd: yo también quería ser profesora y no me animé, este año me anoto en un profesorado ¡y que viva la vida!
11 julio, 2018 a las 10:42
Cuando dicen que los enfermeros somos médicos frustrados…
Terminé el secundario y estaba indecisa si estudiar Profesorado de educación física o Medicina; me decidí por Medicina en la UBA (hubiera podido entrar, sin hacer el curso de ingreso, en la UNLaM, por promedio, en cualquier otra carrera, incluso en Educación Física). Sin embargo, no quería “que me regalaran nada”. Sentí, desde los primeros tiempos en los que uno empieza a tomar conciencia de si y de sus logros y fracasos, durante la primaria/secundaria, que lo que le daba valor a todo lo que hiciéramos en la vida, era cuánto de nosotros habíamos dejado en eso.
Me anoté en el CBC. Cursaba en Barracas. Demás está decirles que me fue pésimo. Creo que intentaba justificarme aludiendo a que venía de un colegio de provincia con orientación en economía (mis papás no me dejaban cambiar de escuela y modalidad) y tanto química como matemática eran tortura autoinflingida.
No quería dar disgustos en mi familia, aguanté un tiempo que se extendió un cuatrimestre, hasta que un día llegué a mi casa y me largué a llorar de la angustia y la frustración que sentía. Igualmente quería seguir siendo médica. Ese mismo año, habían abierto la carrera en la UNLaM, así que esperé las inscripciones de octubre y al ir a anotarme a la Universidad, la administrativa me dice: “Medicina tene solo una única instancia de inscripción, que fue en julio”. Como no quería perder el año, agarré el listado de carreras de la Universidad y casi sin pensar y en menos de 30 segundos le respondo que me anote en Enfermería (nunca se me había pasado por la mente esa elección). Al año siguiente hice el curso de ingreso y lo aprobé. Me recibí de enfermera, lo hicimos solo 12 de los 70/80 de los que habíamos ingresado. Empecé a trabajar y a estudiar a la vez, creo que mi récord fue una vez que estuve 36 hs sin dormir, no paraba, quería todo a tiempo, ya, porque pensaba que la vida pasa y no nos espera. No me gustaba la licenciatura, sentía que no era lo único para lo que había nacido. Ojo! No me malinterpreten, amo enfermería, y llegó así de repente, casi por descuido y decisión apresurada y a la ligera, pero pienso en que quizás pasó, todo esto que fue lo único que pudo pasar, porque hoy entiendo que siendo médica no hubiera sido feliz. En una de las experiencias clínicas que tuve, conocí un paciente de edad avanzada internado en el Hospital de traumatología Güemes en Ramos, por una infección a nivel cardiovascular. Un día, entro a la habitación y lo descubro con una buena cantidad de libros sobre la mesa y escribiendo. Era escritor ( tiempo después ya curado y en un café en el que tuvimos un encuentro, me regaló su libro) Me hizo amar la escritura. Dicen que el destino a veces se encuentra en los lugares que tomamos para evitarlo. Mientras tanto, les cuento, dejé la licenciatura a 8 materias de recibirme. En ese intermedio tuve una hija que hoy tiene un 1 año y medio. Estamos sólo las dos. Pero algo tenemos que comprender de todo esto. No podemos limitarnos a una sola cosa. La vida es esto, caminar y caminar y que el camino sea un fiel reflejo de lo que queremos y llevamos por dentro. No hay manuales, ni reglas y deberíamos quitarnos ese chip, que socialmente tenemos tan arraigado, como un estigma diría yo, que nos obliga a decidir a los 18 años lo que vamos a ser el resto de nuestras vidas y el tiempo que “debemos” tardar en el proceso. Podemos ser todo aquello que deseamos y no dejen nada en el tintero. Con miedo, con incertidumbres, con todo, es preferible ir hacia aquello que soñamos y no quedarnos con las ganas, que esas si que queman. Intentar unancosa o la otra. No es tiempo perdido, es invertido.
Hoy estoy a punto de inscribirme en la Facultad de filosofía y letras, y entre uno de mis sueños es el de ser escritora (es lo que estoy haciendo) y de este momento voy a hacer una buena página del libro. Definir que somos es limitarse. Siempre hay más. Siempre.
19 agosto, 2018 a las 13:31
Para que llegué hasta acá? … Al menos a mí me sirvió para darme cuenta que me sigue gustando lo que siempre llamó mi atención y en lo que puedo invertir horas de mi tiempo sin que lo sienta como una carga, tiempo que se me pasa como agua, en el que la creatividad fluye y encuentra múltiples caminos, diversificados que en ocasiones se convierten en infinitos, que me hacen querer que el día tenga más horas, los horarios de comida se me olvidan, mientras en el proceso creativo mi mente recrea tantas posibilidades de desarrollo que antes no veía. Por ello ahora me pregunto porque no perdí el miedo a aventurarme en lo que me gustaba y me generaba tanto entusiasmo pero que no prometía ser muy bien remunerado…
23 años después, con una licenciatura (titulación por promedio) y una maestría (mejor promedio), la primera estudiada porque era la única opción, la segunda por inercia, por estudiar un posgrado, por hacer algo más, adicional al trabajo (administrativo y creativo) y a la docencia; me doy cuenta que no fue tiempo perdido, ambas me permitieron acceder a diversos cargos públicos, a ser un servidor público comprometido, aunque no estudié lo que realmente quería me sirvió para mí desarrollo personal, despertar cualidades que no sabía tenía, habilidades necesarias para gestionar tus emociones y para vencer miedos, aprender a escuchar a la gente, ayudarla, orientarla y guiarla para obtener el resultado que quería. Pero también me encontré luchando contra el sistema, contra intereses creados, contra intereses económicos, contra la inercia de los sindicatos, contra la pesadez y apatía de las personas que llevan años dentro del sistema. Ahora, en un momento de transición, de conclusión, me observó cómo una persona más madura, más consiente de la repercusión de sus acciones y de su influencia en las personas con las que se relaciona; este largo camino (que no hubiera escogido conscientemente a los18 años) me ha servido para conocerme a mi, mis capacidades, mis habilidades (que no sabía tenía hasta que tuve que sacarlas en el camino para resolver problemas en el momento: liderazgo, paciencia, templanza, perder el miedo de hablar frente al público por ejemplo con la docencia), así es que no fue tiempo perdido sino invertido. Y como una persona me dijo alguna vez… De joven te cortaron las alas, estudiaste algo que no te gustaba pero dentro de ella encontraste algo que si te gustó que te llamó la atención, no todo fue disgusto… Tenía razón de lo poco que me llamó la atención tanto en la licenciatura como en la maestría es de lo que he vivido hasta ahora y me ha permitido adquirir los libros, materiales y demás instrumentos que siempre quise tener para hacer lo que me gustaba.
Ahora estoy en la etapa de parar en seco y pensar que paso doy, seguir estudiando sobre lo que ya sé, lejos del sistema burocrático, luchando contra el sistema ahora desde el ámbito academico; o iniciar de cero, estudiando de manera sistemática lo que siempre me gustó, para lo cual requiero de tener y olvidar mis grados y posibles logros en otro campo, muy distinto, y aceptar que puedo ser una entusiasta alumna pero neófita en un nuevo campo, y tener la humildad de aceptar que estoy aprendiendo y se requiere la guía de alguien que ya caminó por ese camino.
A pesar de mi edad, sigo teniendo la presión de mi familia, de a estas alturas cambiar radicalmente de vida, siempre va a existir esa presión, si uno deja que sea una presión… Digamos que uno no quiere escuchar el “te lo dije, me hubieras hecho caso”.
Lo curioso es que décadas después es la familia la que me ha observado, nuevamente acercarme y realizar actividades relacionadas con aquello que me agradaba y es mi misma madre la que me ha empujado a estudiar aquello que deseaba y producir o trabajar en ello.
Aquello que llevas tan dentro tarde o temprano sale, tal vez no en el más idóneo de los momentos, cuando te quedas sin trabajo, sin ahorros, invertido pero sin liquidez, con créditos por pagar, etc y te das cuenta de que el corazón y la mente se unen para decirte.. es momento de cambiar ya, no será inmediato, no será tan fácil pero tienes que decidir cambiar de rumbo ya, aunque te tardes en deshacerte de los compromisos cotidianos, a mediano y a largo plazo que hiciste a lo largo de tu vida, será un proceso de transisión, cuanto tipo durará? No lo sé! Lo que me queda claro es que hice mi mejor esfuerzo con lo que aprendí en un campo que “no me gustaba”, ahora me pregunto si eso logré, qué puedo hacer en un campo que sí me agrada y me llena y reboza de alegría al estar inmerso en ella.
Conclusión: en tantos años aprendí a conocerme como persona, a desarrollarme como ser humano y a relacionarme con los demás, a escucharlos y a ayudarles, a desenvolverme en un campo profesional a administrar los recursos, a conocer mis límites y mis capacidades. Ahora, es tiempo de escucharme y de ayudarme a mi misma regresando a los orígenes, el cómo? Es diferente para cada quien, infinitas formas de lograrlo, tantas como la imaginación de cada quien genere.
Quienes ya lo han vivido, saben que hay diversidad de caminos: empezar de cero; seguir caminando sobre lo conocido, solo especializándose; caminar lo conocido pero incursionar en lo nuevo, y realizar poco a poco la transición, etc… No es necesario despegarse por completo a aquello en lo que te has desenvuelto la mitad de tu vida, te dió mucho en su momento, cada quien elegirá la mejor opción disponible al alcance en ese momento, bajo las circunstancias que se presenten, la elección que se haga, al menos debe ser consiente y con la plena confianza de que es la respuesta para iniciar un nuevo camino, porque no concluye ahí y somos felices para siempre, ahí empieza un nuevo camino y una nueva historia.
Saludos compañeros!
18 septiembre, 2020 a las 00:42
¿La carrera en la UNLAM no tiene NADA de matemáticas? Pregunto porque estudio Relaciones Laborales en la UBA y tiene Estadística l y ll.