La frase que titula este post me la dijo una estudiante a la que tutoreo hace unos 5 meses. Su audio parecía sacado de una película de terror, en cuya escena el personaje principal tiene la oportunidad de decir sus últimas palabras de gloria antes de morir.

Nervios, un par de unidades por repasar, alguna que otra duda, el reloj marcando las 23.30 horas… y la gran incertidumbre de no saber si parar o seguir toda la noche.

¿Recordás haber experimentado algo similar? Haberte encontrado a vos mismo en la dualidad de las expectativas y la incertidumbre, teniendo que tomar la decisión que -creemos- influirá en los resultados finales.

Sea que ya lo hayas vivido o que te suceda reiteradas veces, quiero compartirte algunos consejos para que puedas poner en práctica en próximas oportunidades:

Tratá de cortar antes de cenar

Hay cientos de tipos de estudiantes pero si hacemos foco en los más populares el día previo al examen, sin lugar a dudas destacamos dos: el “pasado de vuelta” que puede pasar la noche en vela leyendo una y otra vez; y el “quemado” que no quiere saber más nada.

Seas uno u otro, es importante que recuerdes que la ansiedad, los nervios, el estrés y el cansancio acumulado, hacen que el gasto de energía sea mucho mayor durante las horas previas al examen final; siendo realmente necesario que hagas un corte para tener un buen desempeño al día siguiente.

Por experiencia te aconsejo que lo hagas antes de cenar, de modo tal que tengas un margen de tiempo para relajarte y procurar así, (1) que digieras bien lo que comas y (2) que puedas descansar.

Caminá

Si tenés la posibilidad de hacer unos 40 minutos de ejercicio antes de cenar ¡hacélo! Moverte -y si es al aire libre mejor- no sólo te ayudará a despejar tu cabeza sino también a liberar la adrenalina segregada durante el día.

Comé

¿Sabías que el cerebro, aunque sólo supone aproximadamente un 2% del peso corporal, consume el 20% de tu energía disponible? Si bien como consecuencia de la ansiedad y los nervios, es normal que quieras comerte todo o muy por el contrario, nada, te aconsejo que cenes la noche previa al examen. Ingerí comida real para reponer energías y nutrientes absorbidos durante las sesiones de estudio, y si lo creés necesario, podés tomar un té de tilo o cedrón (o el que consideres que te ayude a relajar).

Te recomiendo también que tu cena sea liviana por dos motivos: te será más sencillo conciliar el sueño y evitarás tener pesadillas en donde tu profesor tiene dos cabezas y te reitera a los gritos que tenés que volver en la próxima mesa.

Meditá

Es muy probable que al acostarte empieces de forma casi inconsciente a repasar las unidades en tu cabeza, incluso te pueden surgir dudas o preguntas que nunca antes hubieses imaginado. Recordá: lo más importante en este momento es que logres relajarte.

Si te sirve la analogía para comprender la importancia, pensá en los motivos por los cuales los jugadores de fútbol concentran previamente a un partido. Relajarte te ayudará a concentrarte en tus objetivos y prepararte mental, física y espiritualmente para ir tras ellos. En lo personal, si te cuesta hacerlo, te recomiendo practicar la respiración consciente en conjunto con:

1. Una lista de meditaciones guiadas en Spotify. Algunas cuentan con sonidos de naturaleza y otras -incluso- te guían la relajación.
2. Una lista de música que te guste y te ayude a desconectarte.

Finalmente, y como siempre digo, preparate mentalmente. Es decir, mentalizate en positivo, visualizando la meta. Animate a imaginarte exitoso/a, experimentando la alegría, el orgullo propio, el momento de placer y satisfacción por haber dado lo mejor.