Recuerdo que, en varias ocasiones, cuando me sentaba frente a mis apuntes para preparar un final, pensaba lo mucho que me gustaría volver al jardincito, donde sólo me tenía que preocupar por separar -con mucho cuidado- las tapas de la Merengada de su crema para comerla por separado. ¡Qué se yo! ¡Tenía su mística!
También recuerdo haber estado en mi pupitre cursando alguna materia en la facultad y haberme dicho “No veo la hora de estar recibida para dejar de venir”.
¿Te ha pasado no? Me refiero a esa sensación de querer estar allá o más allá, pero no acá. No en lo que está pasando en este momento. No en lo que “hemos elegido” para “ahora”. Sin ir más lejos, fíjense en los comentarios o títulos que le anexamos a nuestras fotos del pasado en Instagram o Facebook: “Buenos tiempos”, “Volvamos”, “Tiempos mejores”.
Ahí vamos… como viviendo entre el pasado y el futuro. Nos come la nostalgia y nos devora la ansiedad.
Te cuento que por mis tareas laborales he estado leyendo en las últimas semanas sobre Mindfulness y, no es que quiera vendértelo, pero muchos de sus aportes me ayudaron a comprender aún más, situaciones que veo a diario en estudiantes universitarios:
- Altísimos niveles de ansiedad y estrés, manifestados en alteraciones del sueño, mala alimentación, irritabilidad para consigo mismo y los otros, bajo rendimiento académico y una incapacidad enorme para entender porqué pasa lo que está pasando.
- Reacción impulsiva a hacer cosas que en otro momento no hubiera hecho: anotarse en tres mesas a la vez, pelearse con un profesor o compañero de estudio, hacer una descarga violenta por redes sociales, etc.
- Incapacidad para concentrarse o dedicar atención durante un período de tiempo.
- Creerse incapaz, menospreciarse, juzgarse.
¿Y entonces qué? Como verás, no se trata de un “problema” de estrategias o técnicas de estudio, tampoco se trata de una cuestión de organizar horarios ni mucho menos de una dificultad para comprender lo que lees. Se trata, por tanto, de una cuestión que nos atraviesa como personas, como sujetos inmersos en una cultura mosaico o líquida; que fragmenta nuestra atención para vivir en el momento actual, que nos aleja de sí mismos para poder comprender qué nos pasa, porqué pensamos lo que pensamos y sentimos lo que sentimos.
Te has preguntado alguna vez -y en profundidad- ¿por qué buscás excusas para no ir a cursar determinada materia? ¿Por qué evitás a determinadas personas? ¿Por qué antes de presentarte a rendir siempre te enfermás?
Según las investigaciones, practicar Mindfulness nos ayuda a mirarnos a nosotros mismos, a volver a nuestro eje; a prestar atención plena a lo que nos está pasando. Pero, lo sé, poco sentido tiene todo lo que te he dicho si no te cuento cómo hacerlo. Por ello, te comparto una guía sencilla -minimísima- que podrás ampliar por otro lado si el tema te interesa:
1) Detenete y observá: En cualquier momento del día; pará, respirá y observá lo que sucede en tu cuerpo en ese preciso momento. ¿Qué te está pasando por la cabeza? ¿Qué sentimientos tenés? Enfocate en eso durante un momento y continúa con la tarea que estabas haciendo. Ello te saca del círculo de la inconsciencia, te trae al presente y ayuda a relajarte.
2) Volvé al aquí y ahora: Podés, por ejemplo, programar una alarma tres veces al día que te recuerde ser consciente de ese preciso momento que estás viviendo. Ese “aquí y ahora”. Cuando pares, intentá hacer tres respiraciones conscientes y continuar con la tarea.
3) Respirá: La respiración consciente consiste en -valga la redundancia- hacer consciente tu inhalación y exhalación. Hacerlo ayuda a relajar la mente, sentir tu cuerpo y reflexionar sobre lo que estás sintiendo. Es normal que mientras lo hagas te distraigas con otros pensamientos. No obstante, retomá la consciencia en la respiración y seguí.
4) Aceptá nuevos pensamientos y emociones: Todo el tiempo experimentamos nuevas emociones, ideas y sensaciones. Sean buenas o malas, experimentalas y tratá de comprender de dónde y porqué vienen. Incluso, te recomiendo atender prioritariamente las consideradas “malas” ya que éstas actúan como obstáculos en tu capacidad de ser consciente en el “aquí y ahora”; conduciéndote a (1) evitarlas todo el tiempo (y en algún momento “explotar”) y (2) tener conductas impulsivas.
Sabé que en Spotify podés encontrar meditaciones guiadas… ¡Miles! Incluso podés descargarte una app con la cual programarlas y hacer otros registros. En mi caso, yo uso Meditopia.
Nos deseo, por sobre todas las cosas, poder estar más tiempo en nuestro “aquí y ahora”.