Habitualmente, cuando inicio un encuentro de tutoría con estudiantes universitarios, les pregunto cuántas horas –creen- es lo ideal estudiar para rendir bien. Sorprendentemente la mayoría de las respuestas dan cuenta de un mínimo de 6 a 7 horas diarias. Yo abro los ojos y repito como si no hubiese escuchado bien… ¿SEIS? ¿De verdad? Si estudiáramos seis horas diarias más todas las actividades que cotidianamente hacemos… ¿En qué momento viviríamos?

Entonces, aquí vamos con algunos puntos para desmitificar la cantidad de horas que –se cree- deberíamos estudiar para tener éxito en un examen. Te quiero contar estrategias para que estudies en menos tiempo y de forma más eficiente.

Premisa 1: Mientras menos tiempo tengas para estudiar, mejor.

Cuando en tu cronograma de actividades diarias contás sólo con tres o cuatro horas para dedicarle al estudio, te disponés mental y físicamente para sacarle provecho a dicho tiempo. Aumenta tu periodo de atención, podés establecer una meta clara y hacer foco para cumplirla. Si tenés mayor tiempo libre, lo más normal es que te digas “lo hago más tarde”, “Si no llego no pasa nada. Tengo libre después”.

Premisa 2: La concentración se entrena, pero no la fuerces.

Hay quienes creen que por estudiar tres horas seguidas están avanzando a paso agigantado. Pues, la verdad es que no, lo único que estás logrando es aumentar tu fatiga mental y ser cada vez menos eficiente. Tu cerebro es un músculo y como tal necesita periodos intermitentes de movimiento y descanso. Según la curva convencional de la atención, de una sesión de estudio de una hora, el pico más alto de concentración se da a partir de los 15 minutos iniciada la misma y no dura más que 20 a 25 minutos dependiendo de tu entrenamiento académico. ¿Qué quiero decir? Si te has propuesto estudiar 4 horas seguidas, por ejemplo, dividilas en bloques de 50 minutos por 10 de descanso.

Vas a notar que el tiempo te rinde más y no terminás agotado.

Premisa 3: ¡El recreo es para que te muevas!

10 a 15 minutos de recreo son los indicados entre bloque y bloque de estudio. Pero para que realmente sean efectivos y cumplan con el objetivo que tienen (dispersar la fatiga mental), te recomiendo que te pares de la silla y salgas del entorno en el que estás. Podés charlar unos minutos con alguien que esté alrededor, dar una vuelta por la cuadra (recreas tu mente y oxigenás tu cerebro), re-cargar el mate o hacer zapping en la tele. No te recomiendo que hagas “zapping” con el celular, tu atención se queda pegada con la foto, video, o chisme que leíste y lo aloja en tu memoria de corto plazo, siendo un indicador latente de desconcentración luego.

Premisa 4: Beber mucho líquido es fundamental.

Mantenerte hidratado (con agua, mate, té, jugo) permite el normal trabajo de funciones mentales tales como el aprendizaje, el razonamiento, la atención, la memoria, la resolución de problemas, la toma de decisiones y el procesamiento del lenguaje.

Premisa 5: Horario de estudio.

Estudiar de noche o de día es uno de los eternos debates universitarios. En lo personal y en la medida en que tus actividades te lo permitan, te recomiendo que trates de hacerlo de día. ¿Por qué? Principalmente porque en la noche estás más cansado si has trabajado y cursado durante el día, y porque notarás paulatinamente un cambio en tu ciclo diario de vigilia-sueño (que es el que te permite organizar la conducta en el tiempo y sincronizar internamente la regulación de muchos procesos biológicos). Sin embargo, es sólo un consejo. La decisión es sólo tuya.