“Uno más y después estudio” la frase mas escuchada en época de exámenes. Uno más y nos vimos toda la temporada de 24 capítulos.

Durante todo el cuatrimestre los libros por leer se acumularon. “Mañana empiezo a practicar“, “si empiezo hoy y hago un ejercicio por día, en dos semanas voy a saber todo“, etc. etc. Todas excusas súper validas para no enfrentar lo inminente: sentarse a estudiar. Sentarse, ¿qué tan difícil puede ser eso? Es casi como descansar, como mirar la tele. Pero en el momento en que esa actividad tan simple es lo previo al estudio se vuelve más difícil que envolver un triciclo. Todo es emocionante, “Oh! ¡La mosca sobrevuela mi cabeza!”, ”¿Qué es esa manchita que tengo en el brazo?”. Todos hicimos esos viajes a la heladera en intervalos de diez minutos creyendo tal vez que apareció comida en el último cuarto de hora. Cada excusa es válida para retrasar el estudio. Pero algo tenemos que hacer.

Desde un primer momento sabemos que eventualmente nos vamos a tener que sentar y estudiar, por lo que lo ideal sería empezar de a poco y al final estudiar un poco más duro y listo. Dejar todo a último momento no es cómodo y hasta puede ser insalubre. Mi consejo es, *redobles*, no dejarse estar. Ir a las clases (aunque no sea obligatorio y la profesora no sea la más agradable) es, en mi opinión, esencial. En las clases siempre se nombran detalles importantes, y la asistencia ayuda a entender más fácilmente cosas que de otra forma nos costarían más. Otro tip importante es empezar a estudiar un par de semanas antes, cuanto más tiempo se estudie, mas fácil se comprende y si se comprende, queda. Y si faltan ganas de abordar esta ardua tarea, no necesitamos el Focusyn de Bart, solo hay que pensar en las horas de sueño que ganaríamos empezando antes. Eso va a ser suficiente para calentar motores y arrancar.