#SerUniversitario

Experiencias universitarias contadas por universitarios.

Terminó la cursada: me siento aliviada

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En este segundo cuatrimestre realicé algunos cambios:

  • Me anoté al doble de materias.
  • Volví de la licencia y retomé el trabajo (por ahora part-time).
  • Me pasé de turno mañana a turno noche.

De las 6 materias: 2 promocioné, una aprobé el martes, dos rindo en diciembre y una en febrero. Estas seis materias absorbieron mucho de mi tiempo, dormía una media diaria de 5 horas, con suerte el fin de semana llegaba a las 8 horas. Trabajos prácticos en todas las materias, parciales, y tareas.

Tuve que reducir mucho el tiempo de ocio: 2 horas semanales de series o películas, una salida al mes o dos con amigos. Mucho estrés, mucho comer mal y dormir mal. Pero tuvo su recompensa: ¡Ya tengo la mitad adentro!

El cambio de turno de mañana a noche me resulto más cómodo. En mi experiencia en el turno noche las clases son más dinámicas, el porcentaje de personas que cursan y trabajan es más alto, me encontré con gente que tiene más responsabilidades y a la hora de hacer un TP en equipo no se pierde tiempo, se va directo al grano. El grupo etario es más grande o de igual edad que la mía. Incluso me pasa que a la noche estoy más despierta y presto más atención que a primera hora de la mañana. Continuar leyendo →

Y vos, ¿cómo te recibís?

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Domingo al mediodía, el reloj marca las 15:12. Charla de sobremesa después de un muy buen asado hecho por el tío que ya lleva años de experiencia en el puesto. Llegan los platitos chicos, las cucharitas y el postre que hizo la abuela con tanto cariño. Detrás, le sigue el suave olorcito a café que viene de la cocina. Las conversaciones van pasando de las noticias internacionales de mucha relevancia a las historias del hijo del vecino, del sodero, de aquel compañero de escuela que era nieto de la vecina de la tía-abuela y demás personajes en el recuerdo. Respirás hondo, le pegás el primer bocado a la torta de la abuela y pensás por dentro: “¡Qué momento! ¡Qué placer! ¡Al fin un rato de tranquilidad y placer después del trabajo práctico y los tres parciales que tuve en la semana!”. Todo cuadra, todo está bien, es tu momento, só vó… cuando de repente surge una voz familiar por allá, del otro lado de la mesa, que pregunta en voz alta con un tono que denota cierta ironía y con un gesto pícaro: “Cheee… ¿Y vos Marquitos? ¿Cuándo te recibís?”.

El momento de éxtasis arruinado.

Esta escena, con actores más, actores menos y algunos detalles diferentes, se ha dado en la vida del 100% de los estudiantes universitarios. Lo que seguro no cambia es esa pregunta final… ¿Y por qué? ¿De dónde viene? Quizás de una idea errada de la vida universitaria, quizás de una expectativa social global sobre los educandos universitarios expresada en una persona, quizás de una mirada idealista arrastrada de la escuela secundaria donde los tiempos están perfectamente definidos y sincronizados más allá de las individualidades, o quizás, porque quieren que me deje de joder y me ponga a laburar. Todas alternativas igualmente analizables. Lo cierto es que esa pregunta es terrible. Sobre todo porque hace pensar en que tengo que terminar antes de cierto tiempo, hace pensar que estoy corriendo una carrera y que encima la voy perdiendo. Pero… ¿Realmente estamos en una ’carrera’? ¿Alguien me da un premio si llego antes que mi compañero de banco? ¿Tengo que hacer todo lo posible por terminar primero? ¿Quiénes son mis sponsors? ¿Por qué nadie me avisó de la clasificación? ¿Si el estudio es una carrera, cuando salgo al boliche choco con el paredón? Las preguntas son muchas y muy difíciles (?) pero la verdad es que no, no estamos en una carrera. Sin embargo, la presión del ambiente viene a hacernos creer que sí (desde ya, llamamos carreras universitarias a las diferentes orientaciones de estudio). Continuar leyendo →

Un intríngulis sin pistas claras

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En junio de 2017 presentamos los resultados de una encuesta impulsada desde el III Congreso de Educación y Desarrollo Económico, con algunos resultados inquietantes. Las principales conclusiones fueron las siguientes: 1) La universidad no innova: 63% respondió que la universidad innova entre nada y poco, 2) La universidad no forma emprendedores: 50% indicó que la formación para el emprendedorismo es entre nula y mínima, 3) Lo aprendido en la universidad dura pocos años: 60% aseveró que lo aprendido en la universidad pierde relevancia en 5 años o menos, 4) Al docente universitario le falta motivación: 38% respondió que el docente universitario está preparado entre poco y nada para desempeñar su tarea con motivación e interés, 5) Los jóvenes son influenciables por su entorno: 71% indicó que los jóvenes son entre bastante y muy influenciables por el entorno cultural, tecnológico y socioeconómico, y 6) La educación es tarea de todos, no solo del Estado: 69% indicó que la responsabilidad de educar es entre alta y máxima, incluida la opción de las empresas.

Estos resultados despertaron preocupación, y motivaron mucho debate en torno al sistema universitario local. Las voces se alzaron, a favor y en contra de estos guarismos, y no faltaron inclusive quienes buscaron descalificar la naturaleza de la encuesta, completada por más de 1.000 personas, aduciendo que la población consultada no poseía una sensibilidad o conocimiento suficiente de los temas consultados. Si bien es cierto que la encuesta fue completada por adultos (56% entre 40 y 60 años), una de las principales sugerencias del informe fue profundizar en investigaciones futuras, a partir de la mirada de otras poblaciones sobre estas mismas cuestiones.

Es así como, entre septiembre y octubre del mismo año, abordamos a quienes son usuarios del sistema universitario. Más de 1.200 jóvenes, mayoritariamente de entre 18 y 25 años (88%), provenientes de más de 100 carreras y estudios de educación superior, fueron sometidos al mismo cuestionario, y los resultados también proveen material para el debate. Aquí las principales conclusiones y reflexiones. Continuar leyendo →

Montaña rusa universitaria

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Disfrutar una cursada es una palmada en la espalda que te dice que todo está bien, que sigas, que nada ni nadie puede contra vos. Es una palmada que a muchos se nos hizo esquiva durante varios cuatrimestres (o años), pero que por fin llegó. Y se siente bien. Muy bien.

Es un momento para disfrutar el empujón y pensar, con mucha más confianza, en lo que se nos viene por delante. Es el momento en el que aprovechamos a respirar luego de la caída más fuerte de la montaña rusa; donde, luego de gritos y un poco de cagazo sufrimiento, nos damos cuenta de que la caída fue divertida y valió la pena la espera.

Cuando estamos en la fila para subirnos a la montaña rusa, nos puede pasar de todo: nos da miedo, ansiedad, felicidad, o hasta todo eso junto y mezclado con otros sentimientos y emociones. Escuchamos los gritos de los que están ¿disfrutando? un paseo lleno de sacudidas, vueltas y caídas, que parecen horrorosamente divertidas. Continuar leyendo →

El miedo al primer trabajo

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He tenido muchos trabajos, muchos horarios, muchos jefes, muchos compañeros. Y en cada ocasión supe adaptarme. Aprendí, de a poco, preguntando, equivocándome. Pero estos trabajos fueron siempre trabajos informales, que nada tenían que ver con lo que yo quiero ser (escritora).

He trabajado como recepcionista, como niñera, como profesora de inglés y muchísimas veces como moza. Nunca tuve miedo de acercarme a dejar mi curriculum en cualquiera de los lugares en los que trabajé. Nunca tuve miedo de ir a buscar trabajo. Hasta que fui a buscar trabajo de lo mío. Continuar leyendo →

Lo que aprendí en mi primer cuatrimestre

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Luego de cursar el primer cuatrimestre de mi vida como universitaria y analizar un poco cómo fue todo, me gustaría compartir algunos consejos:

1) No apeles a la memoria, usá agenda: sea de papel o digital (yo uso el calendario de Gmail y lo sincronizo con el celular). Aunque tengas una buena memoria, una ayudita no viene mal, te permite organizarte mejor. En la universidad hay materias cuatrimestrales, anuales, parciales, finales, entregas de trabajos prácticos, presentaciones orales, tarea, etc. Al tener las fechas anotadas te ahorrarás olvidos y confusiones del tipo “¡Jodeme que hoy había que entregar el TP de Economía! ¡Pensé que era la semana que viene!”. Incluso, podrás organizarte mejor para preparar los exámenes.

2) No te anotes a tantas materias: Ok, estás entusiasmado por empezar la universidad y te querés anotar a la mayor cantidad de materias posible. ¡Don’t do that! Si no trabajás podrías llegar a tener el tiempo para dedicarle a 5 materias. Pero si sos de los míos, que trabajás y estudiás, te conviene bajar un poco el entusiasmo y ser realista: ¿voy a tener ganas de trabajar 6 u 8 hs y cursar todos los días?

No pienses solo en la cursada, tené en cuenta que además de las horas de cursada que implica cada materia, tenés que estudiar, hacer trabajos prácticos, tareas, etc. y eso multiplicado por 5 materias. ¡Una locura! Durante este cuatrimestre estoy de licencia laboral por un tema de salud y cursando 3 materias (para el segundo cuatrimestre tal vez me anote a 4, pero depende de las que me habiliten en la universidad y qué tan heavy sean). Continuar leyendo →

El trampolín al éxito

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4 años. 4 años de cursar, de estudiar, de rendir, de sufrir, aprobar, desaprobar… Si empiezo a contar todas las cosas que nos pasan dentro de una universidad en 4 años, no termino más. Es entendible que en ese lapso de tiempo, mientras nos acercamos al título tan deseado, nos pase que “nos empezamos a quedar sin nafta”.

No puedo negar que, justamente hace 4 años, arrancaba como lo hace cualquier ingresante que se toma en serio su carrera: con entusiasmo, con convicción, con ganas. Pero sobretodo con una duda en particular, una duda quizá más fuerte que todo aquello que me daba energía para “comerme el mundo”: ¿me dará el bocho para terminar esta carrera? Creo que independientemente de la carrera, no debo ser el único que haya tenido esa gigantesca duda existencial.

Fueron pasando los cuatrimestres, las materias; primero 3, 7, 10, 15 y acá estoy ahora luego de cursar 20 materias. ¿Fin de la historia? No. Quien lleve mucho tiempo cursando me entenderá, y a quien recién arranca, le recomiendo que lea con mucha atención. Continuar leyendo →

Gente rara como yo

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Después  de dos carreras fallidas finalmente estoy a punto de terminar el primer cuatrimestre de una carrera que sí me gusta. Mi familia y amigos no paran de preguntarme si me gustan las materias y cómo me siento, temerosos de que otra vez salga corriendo y deje todo. Pero esta vez sé que eso no va a suceder. En primer lugar porque me encantan todas las materias (algunas más que otras, pero en sí disfruto de todas). En segundo lugar porque por más que tenga que levantarme a las cinco y media de la mañana, cada día voy con ganas. Y eso no es solo por las materias sino también por la gente con la que me toca cursar.

Como en toda carrera, la cantidad de alumnos ha disminuido desde el primer día. Muchos han dejado porque no es lo que les gusta o porque les cambiaron los horarios de trabajo. Algunos se han despedido, otros han desaparecido en silencio sin ninguna excusa. Pero otros tantos han quedado y esa gente es la que logra que cada mañana me levante con ganas de ir a cursar, porque toda esa gente es tan rara como yo. Continuar leyendo →

Por qué llegué hasta acá

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Mientras recién terminaba mi primer año en Relaciones Laborales, veía cómo algunos de mis compañeros de secundaria se estaban recibiendo. Y no puedo decir que “me costó encontrar mi vocación” o “nunca supe qué era lo que me gustaba”.  A los 18 empecé a estudiar para ser Profesora de Biología, convencida de que la educación es la base de toda la sociedad. El aula es para mí el mejor lugar para sentir todos los días que puedo cambiar el mundo. Pero, como suele suceder, el mundo del trabajo y el estudio no se llevaron bien, y no conseguí ningún trabajo que me permitiera continuar estudiando, teniendo en cuenta que debía realizar observaciones y prácticas. Mucho entenderán de esto quienes estudian Medicina, Enfermería, Kinesiología, etc…

Paseé por otras carreras buscando finalmente dar clases de lo que sea que me este recibiendo, hasta que llegué a Relaciones Laborales. Recuerdo el día de la elección casi como si fuera hoy: fue en el verano del 2015 cuando entré a la página de la universidad y busqué en el Departamento de Ciencias Sociales cualquier carrera que “no tenga nada de matemáticas” (sí, hoy esa frase también es el chiste de todos los profesores). Y así inicié mi último cambio de carrera. Fue una confesión, una promesa conmigo misma: en verdad tenía que ser mi último cambio de carrera.

El primer día de clases me repetí mentalmente “otra vez empezás de cero”, como un mantra. Creo que el recuerdo es tan fiel porque, con algunas modificaciones, hoy también lo repito. Continuar leyendo →

El momento en que perdí todas las certezas

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Cuando cursaba el último año del colegio sabía dos cosas: que quería ser escritora y que no había ninguna carrera que me iba a otorgar ese título. Así que con mis inocentes diecisiete años anuncié en mi casa que me quería ir durante un año de viaje. Cuando volviera vería qué hacía con mi vida. Mientras tanto me dedicaría a saltar de país en país y a narrar mis aventuras. Estaba segura de que en ese año se me presentaría una oportunidad que me salvaría y no tendría que volver a mi casa a estudiar.

Pero por supuesto, nada de eso sucedió. Mis papás me dijeron que estudiara y que después ya tendría tiempo para viajar, que sin título no iba a conseguir ningún trabajo, que podía estudiar cualquier cosa y seguir escribiendo en mi tiempo libre.

Les hice caso. No sé si fue la decisión correcta pero fue la que tomé. Me anoté en Historia en la UNLU. En la UNLU porque me quedaba cerca e Historia porque mi papá me dijo “y a vos que te gusta leer ¿por qué no estudias historia?”.

Medio cuatrimestre me alcanzó para darme cuenta de que mi pasión por la lectura no era suficiente como para una carrera tan grande como Historia. Fue un proceso gradual. Empecé por irme de las clases antes de que terminaran y después directamente empecé a faltar hasta que un día se lo dije a mis papás y no fui más.

En ese momento fue cuando perdí todas mis certezas. Yo creía que eligiera la carrera que eligiera la terminaría, que era como la escuela. Ibas, estudiabas, te reías con tus amigos, pasabas de año y cuando te dabas cuenta ya te estabas graduando. Me creía capaz de hacer cualquier carrera y al mismo tiempo seguir escribiendo. Pero me di cuenta demasiado rápido de que no es así, las cosas son un poco más complicadas. Continuar leyendo →