Cuando iba a la secundaria, en cuarto año, tuve Psicología como materia y desde ese año supe qué era lo que de verdad me gustaba, lo que amaba y lo que iba a estudiar en algún momento. Ya sea en dos años, o quizá en tres, pero en algún momento de mi vida.
Pasó el tiempo, estaba finalizando sexto año con la cabeza invadida de pensamientos y preguntas como “Termino la secundaria en unos días… ¿Qué voy a hacer de mi vida?”. Por un lado quería cerrar un ciclo, porque de eso se trata, de estar siempre dispuesto para lo que va a venir; pero por el otro, me negaba a terminar esa etapa, no sé si era miedo a salir de mi zona de confort o a “cambiar de plano”. Pero si sé que era miedo, miedo acompañado por ansiedad, nervios y a la vez felicidad.
De tanta caravana y poco estudio, me llevé seis materias el último año del secundario. Sí señores, SEIS. Todos los años anteriores me prometía a mí misma no llevarme ninguna, pero me pasaba lo mismo que nos pasa a la mayoría cuando decimos, todos los fines de semana, “no más escabio” (ustedes me entenderán). ¿Cómo carajo iba a hacer para rendir seis materias antes de empezar la facultad? Tomé la decisión de dejar el año 2016 para focalizarme en terminar oficialmente el secundario, y así fue: rendí las materias de a poquito, sin presión alguna y con el apoyo de mi familia. Fue un bajón, porque rendía una, dos, tres y me seguían quedando, pero como todo, es cuestión de paciencia. Llegó diciembre y rendí Matemática, la última materia que me quedaba. Fue el mejor examen que tuve, no les miento, eran de esos que estudiás tanto que te emocionás de que te salga todo (y en mi caso, por saber que iba a ser el último examen que hacía en esa mesita y en ese colegio). Cuando se lo llevé a la profesora para que lo corrija, me dijo que estaba perfecto todo y que podía irme feliz de haber aprobado. Me sentía muy bien. En ese momento supe que podía arrancar con una nueva etapa y que me esperaba lo mejor: la universidad.
Le agradecí a mis profesores particulares que, además de haberme preparado para las materias, gracias a ellos pude salir de esa zona de confort, que nos hace querer estudiar solo por una nota y no por aprender; y nos incita a pensar que sabiendo lo justo y lo necesario “zafamos”. Continuar leyendo →