Llega la dura temporada de parciales y nos agarra a todos así como “desprevenidos”. De repente nos damos cuenta de que faltan 3 días para el primer parcial de la temporada, 8 para el segundo y 14 para el tercero. Y eso no es lo malo. Lo malo es que nos queda muchísimo por leer y estudiar. “¿Cómo rayos pudo suceder esto? ¡Si yo me prometí que iba a estar al día con las materias!”.

“¿Y ahora qué hago?”. Esa es una de las preguntas que se nos cruzan por la mente cuando nos damos cuenta de la situación. Es una situación algo así como “extrema”, porque los minutos pasan y no hay tiempo que perder. Y nos damos ánimo a nosotros mísmos, o con otros amigos que están en la misma situación y por fin nos ponemos a estudiar.

Agarramos el libro/apunte/cuaderno (o todos ellos) y empezamos. Leemos 2 hojas y nos damos cuenta de que estamos pensando en el golazo que hizo Messi el otro día, en lo buena que está Zaira Nara o en el Papa Francisco. Una variedad de pensamientos que nada tiene que ver con la materia que tratamos de estudiar. Entonces, en una maniobra “organizativa” o realmente no sé con qué fin, agarramos el libro y contamos cuántos capítulos nos quedan por leer.

Vemos que nos falta mucho, pero sentimos que no es imposible. Leemos un poco y nos vamos a dormir tranquilos con la sensación de “por hoy cumplí”. A la mañana siguiente (y durante algunos días más) vuelve a repetirse todo lo anterior pero avanzamos un poco más con el estudio, lo cuál, a veces, nos genera una extraña sensación de seguridad.

Tal vez esa sensación no sea tan falsa. Sabemos todo… del primer tema de la materia, que resulta ser el más fácil. Pero todavía nos quedan varios capítulos/temas por estudiar y aún creemos que vamos a llegar a la fecha del parcial sabiendo todo. De a poco empezamos a caer en la realidad.

En esta etapa empezamos a buscar por todos lados algo que nos salve. Le pedimos a nuestros amigos y compañeros que nos presten sus resúmenes (si es que tienen), googleamos y pasamos varias horas leyendo los resultados de búsqueda. ¿Esto es bueno? ¿Sirve? Mi respuesta, basada en mi experiencia es: 50/50 (fifty/fifty). En criollo: maso meno’. He encontrado cosas que me sirvieron y hasta me salvaron las papas en temas que no entendía y que, por ejemplo, me los terminaron explicando videos en YouTube. Por otro lado, a veces he perdido varias horas leyendo cosas que no me sirvieron, y que hubiese podido aprovecharlas estudiando del libro. Pero una cosa que me viene sirviendo en este tipo de situaciones “extremas” es leer Wikipedia. Ahí casi siempre encuentro las definiciones que andaba necesitando, y bien explicadas. Sin relleno innecesario que me haga perder tiempo. Cortito y al punto.

Otra etapa clave en toda temporada de parciales es la del arrepentimiento. Ese momento en el que nos preguntamos: “¿Por qué no arranqué a estudiar antes?”.

Además de todo eso, nos ponemos a imaginar salvaciones milagrosas y hasta muy creativas. ¡Qué bien nos iría en la facultad si usáramos toda esa creatividad para mejorar en el estudio!

Y esta historia termina yendo a rendir “no sabiendo nada” y/o “estando en el horno”, esperando que el profesor se apiade de nosotros y no nos tome un parcial tan terrible. O tal vez termine no yendo a rendir, porque sabés que tus chances de aprobar ese parcial son nulas, y decidiste jugarte a aprobar otro en el que venís mejor preparado.

Todavía tengo la duda si es posible cumplir con la promesa que hacemos al principio del cuatrimestre:

Porque claro… si cumpliéramos con la promesa, no existirían estas “situaciones extremas”. Y vos, ¿Cumpliste con la promesa? ¿Cómo hiciste?