“¿Estudiás Medicina? ¿En la UBA? ¡Wow! ¡Que ganas de sufrir!”. La gente tiene que dejar de repetirnos esa frase por al menos 7 años.  Medicina es un reto, pero ya tenemos suficiente con nuestras propias dudas como para sumar las presiones externas.

La vida es genial hasta que llega ese día. Ese momento en el que uno tiene que decidir entre el camino fácil y el camino difícil. La tan aclamada ‘vocación’ puede resultar una solución o un problema en esa ocasión. Quien les habla, tras un año de CBC, otro de carrera, 3 finales y algún par de llantos, todavía no puede responder esa pregunta con certeza.

La parte más difícil de esta carrera no son ni las horas en vela, ni el esfuerzo descomunal por llegar a preparar esos finales infinitos. Aunque parezca mentira, el momento más complicado es decir: “Sí, voy a estudiar Medicina”. El peso es enorme. O al menos para mí lo fue: primera en la familia en elegir esta carrera. Ya perdí la cuenta de cuantas veces escuché conversaciones en las que se citaba lo brillante que era y el coraje que tenía por estudiar esto y bla bla bla. Eso, termina siendo más peso sobre uno que ya viene peleandola lo suficiente internamente.

Nota: el autor recomienda jamás entrar a www.fmed.uba.ar a ver el plan de estudios de la carrera. Podría elevarle la tendencia al suicidio en un 52%. Quedan debidamente notificados.

Son 7 años, sí. Probablemente sufridos, sí. La clave es tomarlo con calma. Toneladas de calma. Al final, el esfuerzo vale muchísimo la pena. O al menos eso espero…